
El partido era irregular, pero ganaba en emoción, con los aficionados encendidos. El CAI había conseguido templar los ánimos con un rendimiento más regular, mientras que Unicaja mantenía la fiabilidad de inicio. El tercer set era tremendamente igualado, aunque los pequeños detalles ayudaron a desequilibrar la balanza. El acierto en defensa daba una ligera ventaja al bloque de Novillo (8-5, 16-13), y el rival erraba con el balón en su poder. Ibán Pérez y Torres maximizaban la diferencia (21-15) para desesperación de Carreño, sin tiempo para mostrar oposición.
El CAI no daba tregua. Con la mente despejada y la mano caliente había sido capaz de darle la vuelta al choque, con el delirio instalado en las gradas. Los dos equipos arriesgaban desde el inicio de la jugada, y cada punto era defendido, rematado, al límite. Unicaja sufría en la dirección y el CAI se aprovechó de esta inseguridad lanzado al ataque con Pérez y Torres. "¡Campeones!", coreaba el público. Olteanu salvó el primer punto de partido (24-22). Y, al tercer remate, Frán Rodríguez no perdonó. El triunfo se había consumado. Empezaba la fiesta del SuperCAI y de la afición que, extasiada y en pie, rompió en aplausos cuando Guille Hernán levantaba la copa, el primer trofeo de una temporada que se presume mágica.
"Heraldo de Aragón Domingo, 04 de Octubre Edición Digital "
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